Pues si amigos. Después de 10 meses luchando contra un cancer (hasta los pobres bichos no están exentos) Sancho decidió no aguantar más y con la misma dignidad y discreción con la que ha compartido conmigo estos últimos 8 años, se marchó para siempre, la noche de nochebuena, como no podía ser de otra manera.
Quizá quien no haya tenido nunca una mascota le resulte difícil comprender el vacio y el dolor que puede llegar a producir la muerte de uno de ellos. En mi caso, no me da verguenza ninguna admitir que eso es así y que va a ser difícil olvidar a alguien que ha pasado con uno momentos de toda índole.
Fnalmente, y aunque resulte duro admitirlo, creo que ha sido lo mejor para él. Los últimos días rayaban la agonía y en el momento que se marchó definitivamente percibí una sensación de descanso que se mezclaba con la pena que estabamos sintiendo los que allí estábamos.
Hacía mucho tiempo que no entraba en este blog. Probablemente por falta de motivación, pero hoy he sentido la necesidad de al menos rendirle este pequeño homenaje simbólico a un bichito al que quería un montón y al que me va resultar muy difícil olvidar.
Espero retomar la actividad blogera en breve y con noticias y entradas más alegres que esta.
Tristes saludos.
